martes, 31 de marzo de 2020

RECOMANACIONS DEL SPE


ACOMPAÑAR A LA INFANCIA EN ESTOS MOMENTOS DE CONFINAMIENTO


Las circunstancias extraordinarias que estamos viviendo, hace que tengamos que acompañar a niños y niñas en una situación en la que sus necesidades diarias de movimiento y de salir al aire libre, están limitadas.

Por esta razón, puede que las emociones que surjan en el trascurso del día sean más intensas de lo habitual y tenemos que saber cómo acompañarlas.

Para poder ayudarles es necesario saber que, es normal que niños y niñas pasen por diferentes emociones a lo largo del día, de hecho esto es lo más deseable, la rigidez emocional (estar siempre triste…) es síntoma de necesitar ayuda psicológica.

Para tender las diferentes emociones, el modo de proceder es siempre el mismo, independientemente de la emoción:

Validar la emoción: ninguna emoción es mala, todas son necesarias.

Niños y niñas tienen que saber que es normal que sientan enfado, frustración etc. únicamente hay que limitar la conducta, en el caso de que sea necesario (está bien enfadarse y no está permitido lanzar cosas). Expresar la emoción ayuda a procesarla y a que finalice, negarla o impedir su expresión, acumula la carga emocional y hace que, posteriormente, la expresión emocional sea más intensa e inesperada.

En el caso de niños y niñas pequeños, es necesario narrar la vivencia emocional que están teniendo, por ejemplo: “Estás muy enfadado porque quieres salir a la calle y no podemos”.

Es muy habitual creer que si mantenemos la atención en el tema que les preocupa, contribuimos al malestar que están sintiendo y es justamente al contrario, hablar de ello ayuda a que niños y niñas procesen la emoción y a que el ciclo de la emoción finalice.

No usar la lógica, usar la empatía: la importancia de la comprensión.

Es importante saber que lo que ayuda a niños y niñas es sentirse comprendidos, usar la lógica no ayuda. La diferencia está en decirles que: “No pueden salir a la calle porque está prohibido” (uso de la lógica) a decirles “Entiendo que tengas muchas ganas de salir a la calle, en cuanto se pueda lo haremos” (empatía-comprensión) o “Yo también tengo muchas ganas de salir” (empatía-comprensión).

Esto no significa que no podamos explicarles lo que está sucediendo, lo podemos hacer cuando el/la niño/a esté calmado, no en momentos de explosiones emocionales.

Colaborar con niños y niñas en su regulación emocional: acompañar para volver a la calma.
Para ayudarles a recuperar la calma podemos, por un lado, ofrecerles un espacio dónde hacerlo, en el que ellos y ellas se preparen objetos que les ayuden a tranquilizarse o, por otro lado, mostrar nuestra disponibilidad a acompañarlos mientras se calman.

La co-regulación emocional es necesaria hasta que la parte racional del cerebro haya acabado de madurar (esto ocurre entre los 24 y los 30 años según diferentes estudios).

Acompañar en calma:

Es necesario saber que las personas adultas debemos estar en calma para acompañar las emociones de niños y niñas, ya que las emociones se “contagian” (neuronas espejo).

Si en el momento en el que el/la niño/a lo necesita, no podemos mantener la calma y hay otra persona adulta, pediremos a la otra persona que nos releve para acompañar en el momento emocionalmente explosivo.

Si no hay otra persona adulta, tenemos que mostrar honestidad emocional y expresar que necesitamos calmarnos también.

Para poder acompañar emocionalmente a otra persona, necesitamos también nuestros momentos de autocuidado. Tenemos que buscar momentos en lo que las personas adultas puedan “desconectar” en la medida de lo posible, para recuperarse y mantenerse emocionalmente fuertes para las criaturas (a través de la lectura, una ducha…).

¿Como explicar la situación a niños/as?

Es importante que esta situación, por la preocupación que pueda acarrear a niños y niñas, sea explicada por parte de personas adultas de referencia, usar videos o cuentos que no estén adaptados a su edad o a su nivel de comprensión, puede llevar más perjuicios que beneficios.

Para niños y niñas hasta los 7-8 años, es necesario que se explique la situación con lenguaje claro y sencillo. No podemos usar metáforas, ya que la comprensión a estas edades es literal y no van a ser capaces de comprenderlas. Si utilizamos la palabra “bichos” en lugar de virus, puede que la próxima vez que escuche esta palabra en su vida diaria, le provoque miedo a que se pueda desencadenar de nuevo una situación similar a la actual.

Para todas las edades, después de explicarles la situación en lenguaje adaptado a su edad, debemos preguntarles qué han entendido (para comprobar que no hay confusiones) y contestar a cada una de las preguntas que nos planteen de manera clara y sincera. No es necesario dar más información de la que nos pidan en cada momento.  

Es importante que niños y niñas no estén expuestos a las noticias, ya que pueden malinterpretar la información que les llega.

Respetar sus momentos de concentración y/o juego y reorientar la conducta cuando sea necesario.

Niños y niñas también necesitan momentos de actividad/juegos espontáneos e individual. Cuando lo inicien, es importante no intervenir y dejarles que tengan sus tiempos, más o menos largos, de estar consigo mismos o centrados en sus intereses. No es necesario que todo el día estemos ofreciendo distracciones o juegos para entretenerles. Siendo también importante, que el juego no esté centrado demasiado tiempo en actividades de tipo tecnológico (Tablet, ordenador…)

La situación que vivimos hace que sea más necesario todavía, no solo atender a las emociones, sino también ayudar a niños y niñas a reorientar su conducta en los momentos necesarios.

Cuando veamos que la/el niña/o está entrando en una situación de bloqueo, respecto a la actividad que está realizando en ese momento, podemos ayudarle a reorientar su conducta hacia otra actividad.

Por ejemplo: si está empezando a tratar mal un cuento porque está aburrido, le podemos decir que quizás necesite cambiar de actividad, le podemos proponer nosotros alguna actividad o preguntarle que necesitaría hacer en ese momento.

No se trata nunca de evitar la frustración o de negar emociones, sí se trata de dotar de una estructura de actividades que ayudan a niños y niñas a mantenerse conectados a sus necesidades en cada momento, alternando entre periodos de actividad y descanso.

Dar responsabilidades en el confinamiento.

Podemos hacer una lluvia de ideas, conjuntamente, de las tareas que hay que hacer en casa para mantener la rutina y la convivencia familiar.

Poner al lado de la tarea qué personas podrían realizarla (es decir, tienen las habilidades suficientes para hacerlo solas o con ayuda de alguien)
Finalmente, dentro de las tareas que cada persona puede realizar, elegirá las que se compromete a hacer.

Cuando las tareas no se realicen se puede recordar los acuerdos a los que se ha llegado conjuntamente, sin culpabilizar ni hacer sentir vergüenza, ya que se trata de aludir a la responsabilidad y a la implicación de cada persona. Se trata de buscar soluciones, no culpables.

En el caso de que no se cumpla con lo elegido, se puede analizar:

-Porqué no se ha realizado.
-Que necesitaría para poder hacerlo.
-Cómo lo va a hacer la próxima vez.

Rutinas.

Además de la importancia de acompañar las emociones, es conveniente que niños y niñas participen de la vida familiar diaria y que las personas adultas a cargo pongan estructura a lo que ocurre.

Como ya habréis leído o visto en diferentes lugares, es necesario establecer una rutina para regular el ritmo diario familiar, pero si queremos horarios útiles, cada persona debe opinar en su realización. Se trata de que cada persona esté implicada para que después “se crea” y, de esta manera, se implique en lo que hay que hacer en cada momento. 

Podemos establecer el horario de dos formas:

1. Un horario familiar completo de todo el día, realizado conjuntamente, con las aportaciones de todos los miembros de la familia.

2. Un horario donde aparecen marcadas las horas en las que todos harán determinadas actividades a la vez (comidas, hora de descanso…) y después, cada persona rellenará el resto de su horario individualmente con las tareas que va a realizar, decidiendo, por ejemplo, si hará deberes por la mañana o por la tarde, etc.


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